martes, 3 de enero de 2012

Pasajes para el recuerdo... ♥


1. Que me contagien alegría...


Es una justa, equilibrada y noble ley de compensación de la naturaleza que, así como hay enfermedades y tristezas infecciosas, no hay en el mundo nada tan irresistiblemente contagioso como la risa y el buen humor.
"Canción de navidad" de Charles Dickens



2. Corazones duplicados, rumbos distintos.

—Tus propios sentimientos te dicen que no eres el mismo —replicó ella—. Yo sí lo soy. Lo que nos prometía la felicidad cuando nuestros corazones eran uno solo, es causa de desgracia ahora que son dos. No te diré cuántas veces y con qué intensidad he pensado en ello. Baste con decirte que lo he pensado y que te libero del compromiso.
—¿Te he pedido yo que me liberes?
—De palabra, no. Nunca.
—Entonces, ¿cómo?
—Cambiando de modo de ser, de espíritu, de atmósfera vital; teniendo otra esperanza como fin supremo. En todo lo que hacía que mi amor fuera algo digno o valioso a tus ojos. Si nada hubiera habido entre nosotros —continuó la muchacha, mirándolo dulcemente, pero con firmeza—, dime, ¿buscarías ahora mi amor e intentarías conquistarme? ¡Ah, no!
Pareció él rendirse, a pesar suyo, a la evidencia de tal suposición. Pero, haciendo un esfuerzo, dijo:
—Tú no piensas así.
—¡Sería muy feliz si pudiera pensar de otro modo! —contestó ella—. ¡Bien lo sabe Dios! Cuando se conoce una verdad como ésta, se sabe lo fuerte e irresistible que debe ser. Si tú fueras libre hoy, mañana, ayer, ¿podría yo creer que tú, que a fin de cuentas todo lo mides en dinero, elegirías a una muchacha sin dote? O, aún eligiéndola, si por un momento fueras lo bastante desleal a tus principios para actuar de ese modo, ¿no sé yo que en seguida te arrepentirías y lo lamentarías? Lo sé; y te libero de tu compromiso. De todo corazón. Por amor a aquel que antaño fuiste.
Él estaba a punto de hablar; pero ella, volviendo la cabeza para no mirarlo, prosiguió:
—Acaso esto (el recuerdo del pasado que me hace suponerlo así) pueda apenarte. Pero pronto, muy pronto lo echarás en olvido, como si se tratara de un sueño inútil del que tuvieras la suerte de despertar. ¡Que seas feliz en la vida que has elegido!
Ella se alejó. Y ambos se separaron.
"Canción de navidad" de Charles Dickens



3. La llama de tu ser.

-Todos tenemos en nuestro interior los elementos necesarios para producir fósforo. Es más, déjeme decirle algo que a nadie le he confiado. Mi abuela tenía una teoría muy interesante, decía que si bien todos nacemos con una caja de cerillos en nuestro interior, no los podemos encender solos, necesitamos oxígeno y la ayuda de una vela. Sólo que en este caso el oxígeno tiene que provenir, por ejemplo, del aliento de la persona amada; la vela puede ser cualquier tipo de alimento, música, caricia, palabra o sonido que haga disparar el detonador y así encender uno de los cerillos. Por un momento nos sentiremos deslumbrados por una intensa emoción. Se producirá en nuestro interior un agradable calor que irá desapareciendo poco a poco conforme pase el tiempo, hasta que venga una nueva explosión a reavivarlo. Cada persona tiene que descubrir cuáles son sus detonadores para poder vivir, pues la combustión que se produce al encenderse uno de ellos es lo que nutre de energía el alma. En otras palabras, esta combustión es su alimento. Si uno no descubre a tiempo cuáles son sus propios detonadores, la caja de cerillos se humedece y ya nunca podremos encender un solo fósforo.
>>Si eso llega a pasar el alma huye de nuestro cuerpo, camina errante por las tinieblas más profundas tratando vanamente de encontrar alimento por sí misma, ignorante de que sólo el cuerpo que ha dejado inerme, lleno de frío, es el único que podría dárselo. 
¡Qué ciertas eran estas palabras! Si alguien lo sabía era ella.
Desgraciadamente, tenía que reconocer que sus cerillos estaban llenos de moho y humedad. Nadie podría volver a encender uno solo.
Lo más lamentable era que ella sí conocía cuáles eran sus detonadores, pero cada vez que había logrado encender un fósforo se lo habían apagado inexorablemente.
John, como leyéndole el pensamiento, comentó:
-Por eso hay que permanecer alejados de personas que tengan un aliento gélido. Su sola presencia podría apagar el fuego más intenso, con los resultados que ya conocemos. Mientras más distancia tomemos de estas personas, será más fácil protegernos de su soplo. –Tomando una mano de Tita entre las suyas, fácil añadió-: Hay muchas maneras de poner a secar una caja de cerillos húmeda, pero puede estar segura de que tiene remedio.
Tita dejó que unas lágrimas se deslizaran por su rostro. Con dulzura John se las secó con su pañuelo.
-Claro que también hay que poner mucho cuidado en ir encendiendo los cerillos uno a uno. Porque si por una emoción muy fuerte se llegan a encender todos de un solo golpe producen un resplandor tan fuerte que ilumina más allá de lo que podemos ver normalmente y entonces ante nuestros ojos aparece un túnel esplendoroso que nos muestra el camino que olvidamos al momento de nacer y que nos llama a reencontrar nuestro perdido origen divino. El alma desea reintegrarse al lugar de donde proviene, dejando al cuerpo inerte.

"Como agua para chocolate" de Laura Esquivel

No hay comentarios:

Publicar un comentario